domingo, 22 de diciembre de 2013

Sobre la filosofía del dinero

En el año 1.900 el filósofo y sociólogo Georg Simmel publicó “ La Filosofía del Dinero “, considerada su obra más importante, entendiendo el dinero como el símbolo que expresa y condensa todas las relaciones sociales.

En este sentido, Simmel, cree que el intercambio representa la socialización, siendo la suma de estos intercambios convertidos en relaciones los que conforman grupos sociales y estas individualidades sumadas la sociedad. El vehículo que permite el intercambio es el dinero, trascendiendo de una mera finalidad monetaria y convirtiéndose en uno de los mayores logros intelectuales del espíritu humano, al conseguir la abstracción de que su valor sustancial en realidad sea su valor funcional.

Antiguamente el intercambio de bienes se realizaba con sal, tabaco, ganado…etc, todo ello con el mismo valor sustancial y funcional. Es decir, el propio medio de pago poseía un valor intrínseco, en la época moderna y mucho más en la actualidad, el dinero carece de valor por lo que es, no tiene valor sustancial, su verdadero valor es funcional o lo que es lo mismo, por lo que nos permite realizar. Este logro en la evolución del dinero y la aceptación generalizada por parte de la sociedad supone la abstracción intelectual a la que el autor hace referencia. Aseverando que el sentido del dinero es expresar la proporción de los valores de otros objetos, siendo esto independiente de que posea o no su propio valor.

Paralelamente a la evolución de la sociedad sucede que el dinero deja de ser un medio para convertirse en un fin, al punto de compararlo a una divinidad. Esto estaría relacionado con las series teleológicas ( la finalidad de la existencia ) más complejas en las sociedades a medida que se desarrollan, la cultura del esfuerzo se centra en los medios siendo el dinero el medio por excelencia, y el agravante que supone que en la economía moderna se ponga el acento en la producción. A estos factores habría que añadir que los individuos anhelan satisfacción sin aspiraciones de los intereses vitales singulares, buscando continuamente nuevas sensaciones que generalmente carecen de sentido, reemplazando los dioses por los ídolos.

La cara monetaria del ateísmo práctico moderno, cuyo nuevo matiz no consiste ya tanto en el rechazo de Dios, como en sustituirlo por el dinero, o mejor dicho, el hombre mismo manifiesta su pretensión divina a través del dinero; en ese momento, como dice Simmel, el hombre se convierte en "criado de su criado".

El dinero que une a los hombres, separándolos, huye de las relaciones sociales. En las relaciones monetarias, las adherencias afectivas son neutralizadas. En otras palabras, la objetividad, la funcionalidad, la instrumentalidad, la impersonalidad y la neutralidad afectiva son las características de las relaciones en una sociedad regida e integrada por el dinero. Esta sociedad moderna tiene la ventaja que proporciona mayor libertad a sus individuos, ya que aunque seguimos dependiendo de los demás no lo hacemos de nadie en concreto, todos los agentes son sustituibles. Sin embargo esta libertad es negativa si no se es capaz de darle un sentido o un contenido, es la libertad de algo cuando debería ser la libertad para algo.

En las sociedades modernas triunfa el utilitarismo, la razón fría y rigor lógico se ponen al servicio de los impulsos egoístas. Así expresa que “ La concepción racionalista del mundo se ha convertido en la escuela del egoísmo contemporáneo y del triunfo total de la individualidad”, asemeja el dinero con el intelecto en cuanto ambos carecen de carácter. Así mismo aparecen profesiones sin ninguna forma objetiva o determinada, inclinadas únicamente a la ganancia de dinero, refiriéndose a los hombres de negocios que aprovechan las reglas que rigen el mercado gracias a su intelecto.

El que posee dinero aventaja al que posee las mercancías, igualmente el que se deja llevar por su intelecto posee ventaja sobre el que está determinado por los sentimientos e impulsos, ya que este último es más unilateral, comprometido y posee más condicionantes que no le permiten tener una visión adecuada de la situación. Así la objetivación del intelecto y el dinero suponen una ventaja social, ejemplificando con Auguste Comte ( positivismo ) que decidió nombrar como jefes de gobierno a los banqueros.

De la economía monetaria surge lo que Simmel denomina “esencia calculadora de la modernidad”. La necesidad de matematizar las transacciones diarias, determinar, ponderar, calcular…significan dotar de precisión y seguridad todas las decisiones y relaciones de la vida, algo en contraposición a la emotividad e impulsividad de épocas anteriores.

El ideal de esta época moderna es la comprensión del mundo como un problema aritmético, la captación de los procesos y propiedades cualitativos de las cosas en un sistema de números.

Fuentes: dspace.unav.es




1 comentario:

  1. Ooooommmm....!! Les forçes que gobernen això,
    les desoneixem....!! (Moisès Broggi)

    Suerte a todos !!

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